Matthias Schleiden y Theodor Schwann, padres de la teoría celular, postularon que las células son las unidades estructurales y fisiológicas de todo organismo.
Es decir, todo ser vivo está formado por células: organismos unicelulares (compuestos por una única célula) y pluricelulares (compuestos por millones).
Podemos clasificar las células en dos grandes grupos: células procariotas, sin núcleo verdadero, y células eucariotas, que cuentan con núcleo.
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Células procariotas
Del griego pro («antes de») y karyion («nuez o núcleo»), las células procariotas son las más simples y primitivas. Carecen de envoltura nuclear definida, por lo que el material genético de la célula se encuentra disperso en el citoplasma.
Son las primeras células en surgir y, por tanto, las más simples. A este grupo perteneces las bacterias y arqueobacterias.
Células eucariotas
Del griego eu («verdadero») y karyion («nuez o núcleo»), las células eucariotas, a diferencia de las procariotas, sí presentan una envoltura nuclear que encierra en su interior el material genético y lo separa del citoplasma. Las células más destacables dentro de este grupo son las animales y vegetales.
Célula Vegetal
Se trata de la unidad estructural de todas las plantas. Tienen una dura pared celular compuesta por celulosa y lignina. Así mismo, presenta una gran vacuola (encargada de gestionar y almacenar los productos de desecho) y cuantiosos cloroplastos, orgánulos encargados de la fotosíntesis (organismos autótrofos).
Célula Animal
Forman los tejidos de todos los animales. A diferencia de las células vegetales, no presentan una membrana rígida, sino que poseen una membrana doble lipídica, lo que les permite una mayor movilidad y un intercambio de recursos con el exterior.
Carecen de cloroplastos, por lo que las células animales no realizan la fotosíntesis. En cambio, obtienen la energía necesaria de la materia orgánica procedente de otros seres vivos (organismos heterótrofos).
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