¿Alguna vez te has parado a pensar por qué la gripe te ataca justo en plena temporada de exámenes? ¿Por qué justo en esa época en la que tienes que dar el 100% de ti, las bacterias y virus deciden atacarte? La respuesta es: por el estrés que te produce enfrentarte a esos mismos exámenes.
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¿Es malo el estrés?
En general, el estrés en sí mismo no es malo: no es más que una forma que tiene nuestro cerebro de prepararnos física y psicológicamente para enfrentarnos a un peligro o huir de él, por lo que, si aparece de forma puntual, puede resultar incluso beneficioso para ayudarnos a cumplir con nuestros objetivos o, incluso, salvarnos de algún problema de vez en cuando.
La complicación aparece cuando se mantiene durante un periodo prolongado, como pueden ser, por ejemplo, las semanas en las que se hacen los exámenes en el instituto o la universidad, es en estos momentos, cuando la ansiedad que nos provoca aprobar, nos mantiene en un estado de tensión constante, afectando, entre otras muchas cosas, a nuestro sistema inmune.
Pero, ¿qué es el estrés realmente?
El estrés es un mecanismo de vigilancia que defiende al organismo del ataque de virus, bacterias y otras sustancias extrañas. Sus células (linfocitos y macrófagos) persiguen, cazan, aíslan y destruyen aquello que nos puede perjudicar. Pero la actividad de estos agentes depende de la relación con otros dos “pesos pesados”: el sistema inmunológico intercambia información con el cerebro –sistema neurológico– y con las partes del organismo que secretan hormonas –sistema endocrino–.
En situaciones de alerta, desviamos la energía a los músculos y al cerebro, y movilizamos el cuerpo para la acción. Y eso nos hace restar combustible al sistema de combate de las enfermedades, lo que nos hace más vulnerables. Ante una situación así, el cuerpo reacciona con la liberación de hormonas y neurotransmisores para ajustarse a las demandas que el medio requiere.
Entonces, ¿por qué afecta el estrés al sistema inmune?
Entre todas las sustancias liberadas, el cortisol es probablemente la que más afecte al sistema inmune. Entre sus funciones encontramos la inhibición del sistema inmunitario y reducción de multiplicación de linfocitos T sobre todo. Como consecuencia de estas acciones, se producirá una importante disminución de linfocitos en sangre, un deterioro de la función de éstos y descenso de los niveles de inmunoglobulinas.
Todo esto se traduce en una leve inmunodepresión que provoca que seamos más propensos a enfermar justo cuando, en realidad, lo que queremos es mantenernos sanos para poder darlo todo en los exámenes.
Así que ya sabéis, para mantener unos niveles adecuados de estrés y no perjudicarnos a nosotros mismos, lo mejor es mantener la calma y llevar las materias al día para evitar posibles sustos.
Artículo escrito por Inmaculada Sanz Ramos.
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