Es curioso que cuando tecleas en tu buscador favorito de Internet “¿Qué es un metal y un no metal?” la mayoría de lo que encuentras es una definición basada en sus propiedades, no la propia definición.
Y es que los metales y los no metales son más característicos por sus propiedades que por el hecho de ser en sí. Probablemente sea por el hecho de que es muy importante saber si nuestro tupper de plástico se va a deshacer en el microondas o si el anillo que llevas te va a dejar una bonita marca verde alrededor del dedo.
Dicho esto, vamos a profundizar en las propiedades más importantes de estos elementos químicos, el porqué de su clasificación.
Definición de los metales y no metales
Un metal se define, desde el punto de vista químico, como un elemento capaz de ceder electrones fácilmente. Por lo tanto, un no metal es un elemento que capta electrones de forma fácil. Esto se debe a que los metales son elementos con pocos electrones en su capa de valencia, al contrario que los no metales, por lo que ceder los que le sobran es la manera rápida y de menor gasto energético de conseguir estabilidad.
A su vez, los no metales hacen lo que sea por conseguir esos pocos electrones que les faltan para acabar “su colección”. Esto se traduce, en cuanto a reactividad, en que los metales forman cationes y los no metales forman aniones, es decir, elementos con carga positiva y negativa, respectivamente.
Estructura de los metales
En cuanto a estructura, los metales forman estructuras compactas con números de coordinación elevados, lo que quiere decir que forman redes tridimensionales de átomos de hierro, sodio o el metal que sea.
Esto confiere a los metales la propiedad más conocida por todos: la conductividad eléctrica. Un montón de electrones cedidos en una red infinita es lo que hace que los cables de cobre del cargador de tu móvil, “tablet” u ordenador lo mantengan con vida para que puedas estar leyendo esto.
Además, son también buenos conductores térmicos, por lo que no te recomiendo dejar la cuchara de metal metida en el cuenco de sopa si no quieres quemarte por enésima vez. Son sólidos (excepto el mercurio) mientras no los calientes demasiado, que depende del metal lo mismo lo fundes sin darte cuenta.
Gracias a este tipo de estructura también podemos darle esa forma de pendiente o, si bien lo prefieres, de la armadura de Iron Man. Esto es lo que los científicos llaman maleabilidad y ductilidad. Y por supuesto, ese “brilli-brilli” tan característico que tienen los metales se debe también a esa marea de electrones.
La gente no lo sabe, pero el sodio brilla un montón y, bajo mi humilde opinión, es bastante más lustroso que el papel de aluminio.
Estructura de los no metales
Y si esperabas que los no metales fueran todo lo contrario, estás de suerte. Apenas son compactos y, como mucho forman estructuras laminares o tridimensionales. Esos cables de cobre no te pegan un calambrazo cuando conectas el cargador del móvil y las paredes de tu casa te protegen del frío en invierno gracias a que son buenos aislantes eléctricos y térmicos.
Si pensamos en el yodo, el agua y el oxígeno, en seguida nos damos cuenta de que pueden pertenecer a cualquiera de los tres estados de la materia. Y si pensamos en la mina del lápiz, cuando dibujamos, comprobamos que el grafito del que está hecho es altamente quebradizo. Y lo más reflectante que puede llegar a ser un no metal es el brillo de un diamante, pero nunca será tan metálico como el cinc que lleva tu coche, lo siento.
Y con esto nos despedimos, espero que la próxima vez que os pregunten si se puede meter algo que parezca un metal en el microondas podáis evitar una catástrofe.
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